Llegó la hora y el mercado interno y externo está listo y reclama mucho más de la vitivinicultura argentina que el varietal insignia malbec y los archi conocidos cabernet sauvignon y chardonnay. Las bodegas están abriéndose con éxito a la producción de vinos en base a cepas no tradicionales y el consumidor, cada vez más curioso, está exigiendo productos nuevos para ampliar su horizonte de sensaciones. Y esta es una nueva oportunidad de negocios. «Es muy importante desarrollar diferentes estrategias desde ayer, ya que el mundo del vino permanentemente exige novedades y cambios», señaló irónicamente Fabián Giardino, presidente de la Evico 2007 y miembro del Centro de Licenciados en Enología y en Industria Frutihortícola de la República Argentina (Cleifra). El debate ya está instalado y hay bodegas que desde hace años picaron en punta para satisfacer estas nuevas «necesidades» de los consumidores. Bodega Familia Zuccardi, contó su enólogo, Rodolfo Montenegro, fue una de las empresas que ya en 1997 comenzó en la Argentina con el desarrollo de variedades no tradicionales. Ese año plantó en sus viñedos de Santa Rosa cepas como ancellotta, aglianico, alicante y luego continuó con un ambicioso plan de implantación, vinificación y venta de más de 35 variedades de distintos orígenes que involucran una superficie de más de 30 hectáreas en la actualidad. Incluso, según señaló Montenegro, fueron los primeros en introducir las cepas de viognier en Argentina. «Una variedad que se ha adaptado muy bien a nuestro suelo y es capaz de dar vinos de excelente calidad», explicó el enólogo de Zuccardi, empresa que con este varietal ya está elaborando con éxito su Malamado blanco y recientemente acaba de lanzar el Zuccardi Serie A chardonnay / viognier. En cuanto al futuro, desde Zuccardi ven un potencial interesante en variedades hasta ahora muy poco conocidas en el país y Mendoza como son el caladoc, marselan, ancellota y touriga nacional. Uvas con las que ya están haciendo vinos y vendiéndolos en su línea Textual. Lo que viene Para Giardino del Centro de Enólogos, entre las variedades que están teniendo aceptación por la calidad de los vinos que se están obteniendo son el bonarda que, si bien es antiquísima pues se usó siempre para elaborar el tradicional borgoña, hoy es un varietal exitoso tanto para un vino joven o como para uno de alta gama. También se están obteniendo grandes resultados con cepajes tintos como el tannat, petit verdot, cabernet franc, tempranillo, syrah y pinot noir. Al punto tal que marcas de segmentos medios y alta gama como Fond de Cave de Trapiche o los Guiados y Latitud 33 de Chandon ya los han incluido en sus líneas de vinos monovarietales. En los blancos la tendencia es similar, aunque la apertura viene impulsada no sólo por nuevas variedades sino también por los diferentes tipos de vinos que se están elaborando. Están ganando mercado varietales como el viognier, pinot gris, semillon y chenin con bodegas como Lagarde, Norton, Graffigna, Humberto Canale o Fin del Mundo que ya los están comercializando solos o en blends con variedades más conocidas como el sauvignon blanc o el propio chardonnay que ayudan a convencer a los consumidores de probar nuevas combinaciones. También los blancos no tradicionales están ganando espacios de consumo por el auge y diversidad de vinos como espumantes, frizzantes y tardíos que están ganando adeptos a fuerza de crear nuevas ocasiones de consumo. «El clima, el suelo y el potencial genético de las variedades son fundamentales para su futuro desarrollo. Basados en nuestra experiencia, hay una gran cantidad de varietales que se adaptan perfectamente a nuestro terruño, como por ejemplo el petit verdot, el carmenere, tannat y el ancelotta, que en condiciones de media producción tiene una gran intensidad de color y muy estables», señaló Mariano Di Paola, enólogo y gerente técnico de Bodega La Rural desde hace 14 años. Di Paola también destacó los resultados obtenidos en variedades como la corvina, caladoc y touriga, que por sus características frescas y frutadas, se prestan para la obtención de vinos jóvenes de consumo anual o para la elaboración de vinos rosados, y el verdichio, un cepaje que en el transcurso de su madurez su acidez total no decae, y permite obtener vinos dulces naturales blancos de cosecha tardía. Tendencia «Los nuevos varietales se abren paso primero por la excelencia de los productos que se obtienen en las diferentes zonas y terroir del país y por el pedido de diferentes mercados para que acompañen las exportaciones del gran embajador de los vinos argentinos como es el malbec», señaló Giardino. Opinión compartida por Di Paola. «Hoy Argentina es sinónimo de malbec, y eso es muy bueno, ya que identifican una región con un varietal. Pero hay que seguir trabajando con las variedades tradicionales que se producen en esta región para respaldar al malbec, y sobre todo desarrollando nuevos varietales para tener siempre algo nuevo para ofrecer», agregó el enólogo de La Rural.