Un descubrimiento reciente en la zona cordillerana de Malargüe ha impactado en el mundo de la arqueología. Científicos del museo de Ciencias Naturales de San Rafael lograron fechar (establecer la antigüedad) un asentamiento humano de más de 5.500 años. Lo novedoso es que en este período la presencia de civilizaciones en gran parte del continente americano es casi inexistente. El equipo de investigación está conformado por los doctores Gustavo Neme, Adolfo Gil, los licenciados Carina Llanos, Alejandra Guerci y Miguel Giardina, y becarios de otros países y provincias argentinas. Los profesionales explicaron que existen datos y descubrimientos abundantes entre los años 10.000 y 8.000 antes del presente y del 4.000 hasta civilizaciones recientes, pero algo sucedió -dijeron- entre esos períodos (8.000 y 4.000) porque prácticamente no existen datos en gran parte de América. Humberto Lagiglia ya había encontrado años atrás algunos huesos humanos en la zona y ahora hallamos otros vestigios sobre una sociedad primitiva en la zona. Muestras de todo esto es lo que reveló que estamos en ese período especial, detallaron. El lugar está ubicado en un área cordillerana y cercana a los arroyos Malo y Desecho. Uno en la cuenca del Atuel y el otro en la del Salado. Hace algunas semanas nos regresaron los resultados de estudios de Carbono 14 de distintas muestras que enviamos a los laboratorios de la Universidad de Arizona AMS Facilitis. Los estudios se hacen allí por una cuestión práctica, explicaron. En la Universidad de La Plata también se realizan pero es necesaria una mayor cantidad de material. En Estados Unidos, gracias a otro método -acelerador de masas-, se puede obtener el mismo resultado con muy poca cantidad de muestras, gramos solamente. Al retomar el relato del descubrimiento, destacaron que en el sitio hallaron restos de puntas de flechas y otras piedras que revelan que esos grupos humanos estuvieron allí. Hay vestigios que permiten detectar que trajeron material para construir sus elementos de la zona del volcán Peteroa y de El Pehuenche, que distan unos 100 kilómetros en línea recta del sitio en estudio. Pero estos profesionales no sólo logran detectar restos de asentamientos sino que comienzan a armar un verdadero rompecabezas que les permite determinar el tipo de sociedades que había en la época, cómo vivían, qué comían y, entre otros muchos aspectos, qué clima había y por lo tanto qué vegetación y fauna se desarrollaba. En este caso ya han detectado algunas especies de la flora y fauna: por ejemplo, separaron semillas de yerba loca (astragalus pehuenches) una planta tóxica que aún no se sabe para qué la utilizaban. Calafate (empetrifolia), planta cuyo fruto es comestible y en la actualidad se la usa para hacer jaleas; alfirelillo, un forraje de ambientes perturbados y molle (schinus polygamus) que se usa para elaborar bebidas alcohólicas como la aloja. Entre los animales que cazaban estos paleoindios hay ñandúes y guanacos. Los habitantes anteriores cazaban megaterios (perezosos gigantes), gliptodontes (armadillos o quirquinchos de gran tamaño) y el caballo americano, que era un animal parecido al caballo actual pero más pequeño. Ninguna de estas concentraciones humanas, se sabe, domesticaban animal alguno. Sólo los cazaban para comerlos, relataron. Estas sociedades, señalaron, estaban formadas por familias totalmente independientes. Se movían muy simplemente sin jefes ni líderes. En algunas oportunidades muy especiales como guerras o épocas de cacería o crisis climáticas surgía una persona que organizaba, pero nadie estaba obligado a obedecerla. Cabe destacar que estos logros permitirán avanzar en gran medida con la investigación mundial que se lleva a cabo sobre el período en cuestión. Los científicos del museo sanrafaelino, en medio de su entusiasmo, afirman que con estos estudios se podría llegar a establecer, junto a otros científicos que trabajan a lo largo de América en busca de datos, qué pasó en esos tiempos. Las teorías Explicaron que se manejan varias teorías. Una es que hubo una gran aridez; otra habla de la caída de meteoritos y una tercera sostiene que pudo tratarse de una época de gran actividad volcánica (como se muestra en la Payunia). Lo cierto es que la presencia humana por alguna razón pasó a ser muy escasa en las mismas zonas donde se han encontrado grandes vestigios de civilizaciones de otras épocas anteriores y posteriores. Los científicos revelaron que estos estudios ya más avanzados serán presentados en un encuentro de antropólogos que en marzo de 2008 se hará en Canadá.
Fuente Diario Los Andes