La vitivinicultura en Argentina es, sin dudas, una actividad muy importante. Consume 29 litros de vino per cápita anualmente y hay 948 bodegas elaboradoras. Por esa razón, es el quinto productor mundial de esta bebida. El 24 de noviembre del año 2010 bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, fue declarado bebida nacional por decreto. Se destaca al mismo como un “producto alimenticio de consumo masivo que, por sus cualidades nutricionales comprobadas, inegra la canasta básica familiar de diferentes grupos sociales, culturales y económicos del país”. Por este motivo, todos los 24 de noviembre se festeja esta fecha nacional. El 3 de julio de 2013 se transformó en ley.
Las provincias elaboradoras de vino en nuestro país siempre fueron San Juan, Salta, La Rioja, Córdoba, Catamarca y en las últimas décadas Neuquén, Río Negro, Entre Ríos, Chubut, Buenos Aires y Santa Fe. De estas provincias, Mendoza es la que produce cuantitativamente más cantidad de vino, concentrando alrededor del 60% de la producción de vinos nacional. Tan representativo resulta el vino para la provincia de Mendoza, que en el año 2012 fue declarada Capital Internacional del Vino junto con otros países del mundo que son vanguardia en esta industria, siendo Mendoza la principal productora mundial de la variedad Malbec.
La geografía vitivinícola se extiende desde Salta hasta la Patagonia, con casi 230.000 hectáreas cultivadas. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca tiene la labor de difundir las características culturales que refieren a su producción, elaboración y consumo, además de promover la imagen e isologotipo del vino argentino en todo tipo de eventos oficiales en el país y en el exterior y desarrollar las economías regionales a partir de acciones vinculadas al sector vitivinícola.
Por esto, desde el año 2014 el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) declaró la obligatoriedad del uso del isologotipo «Vino Argentino Bebida Nacional» o su texto equivalente, que deberá ser añadido en la etiqueta de todos los vinos de producción nacional, ya sea destinados al mercado interno como al internacional. Esto demuestra la importancia que tiene para nuestra industria la vitivinicultura, siendo un factor determinante en el desarrollo del turismo, la gastronomía, la hotelería y las industrias afines.