Con el malbec suficientemente asumido como variedad emblemática de la vitivinicultura argentina en el mundo, empieza a extenderse la lista de tips pendientes de discusión sobre el perfil del vino argentino. Los referidos a lo que es y, sobre todo, lo que debería ser. ¿Cuánto sirve que una cata describa o equipare cualidades como notas de mazapán, pimienta blanca o frutos rojos maduros ¿Las degustaciones se han vuelto un alarde de sofisticación que más que orientar confunden ¿Qué le aporta al vino la imagen glamorosa que se ha construido a su alrededor a fuerza de eventos y estereotipos del life style Interrogantes como estos surgieron esta semana en el marco de un encuentro de periodistas especializados en Mendoza. Raquel Rosemberg, editora de la revista El Conocedor y del suplemento Ollas de Clarín, Martín Cucorese, redactor de las revistas Mercado y Joy, y Marcelo Chocarro (revista Metrópolis y radio La Red) junto a los reconocidos Elizabeth Checa y Gustavo Choren entre otros, participaron de la jornada. La excusa fue la presentación del nuevo ícono premium de Luigi Bosca, que saldrá al mercado de exportación en una serie limitada de 4.800 botellas a un precio que rompe con todo en la plaza local: entre $380 y $400. Tras el lanzamiento, se planteó la consigna para debatir: ¿cómo debe ser el vino argentino que viene Hubo un enfoque técnico tendiente a la búsqueda del equilibrio; esto es, menos concentración y más sutilezas. Pero también espacio para extender la discusión al mercado. Gustavo Arizu, responsable del área producción, lo resumió en las características de su nuevo ejemplar. Un vino disfrutable, que admita ser guardado sin cambiar sus cualidades. Su hermano Alberto, gerente de exportaciones, destacó la importancia del terroir como base de la DOC Luján, la primera de Mendoza. El objetivo es que se conserve toda la expresión del viñedo, y para eso a veces hay que minimizar la tecnología. La bodega de los Arizu es la décima que más factura en exportaciones en el país y los números sustentan su apuesta a la alta gama. Según explican,con el precio promedio más alto de las primeras veinte, y quince dólares más que la primera. La cara menos vista Pero la auspiciosa actualidad comercial que muchas bodegas tienen en el mundo se contrapone en parte con la realidad del consumo interno de vinos de alta gama. Más allá de no diferenciar el packaging entre el país y el extranjero, el mix precio-promoción impacta en el imaginario popular que los categoriza de inaccesibles en muchos casos. El vino ha perdido su capacidad de ser disfrutado y el marketing ha incidido para que los precios se disparen. Así piensa y habla Elizabeth Checa, una especialista en vinos que lidera el Club del Gourmet. Estaba más para ser catado que bebido, e incluso hoy algunos no pueden maridar ninguna comida. Luego fue la época de los vinos híper concentrados y alcohólicos; ahora estamos volviendo a una etapa más humanizada, también en el precio, sentencia. En cuanto a lo que queda pendiente, según la experta hay que recuperar el disfrute por sobre lo esnob, y para eso sugiere replantear el rol de los sommelieres que son los que esnobean, según afirma. El límite lo pone el mercado, y Checa lo ejemplifica. No me gustan los vinos maderizados, pero la gente los pide, asegura antes de juzgar que $30 sería su umbral de precio. No pagaría más por una botella de vino, dijo Checa. Abogado, sommelier y periodista, Marcelo Chocarro resalta el factor subjetivo. Y si bien aclara que en la elección de un vino, como el que gusta del golf, corren las generales de la ley y hay para todo, coincide en el peso de lo snob. La moda es hacer vino de exportación. Por eso, mientras eso pase, es una buena decisión de las bodegas no adoptar una política diferenciadora, dice. Respecto a los precios, según Chocarro todo depende de la ocasión más que del producto en si mismo. Sin embargo, consigna que vinos de más de $100 ya son obras enológicas. ¿Cuánta gente puede apreciar un vino de ese precio o más Hay que admitir que existen bodegas que impulsan un falso elitismo y subestiman el mercado interno. Venden cada vez más en forma directa al costo. A esta altura, responsabiliza a los periodistas de la vieja escuela por comunicar que el vino solo puede beberse en copa y apenas está al alcance de unos pocos. El papel de la comunicación termina en el banquillo: ¿cómo debería ser el mensaje Mucho más sencillo para la gente. Hay que tener cuidado con lo que se dice: es inadmisible, como lo hizo una referente de la industria en el último Foro, escuchar que no se puede hacer vinos más económicos porque no dan los costos, concluye Chocarro. Fuente: Diario Los Andes