Es casi imposible determinar los orígenes de la vid, sin embargo se supone que algunas plantas se desarrollaron en lo que se conoce como refugios climáticos. El más importante, en el Asia, fue denominado Refugio Caucásico y desde allí se extendió hacia Europa, Africa y países del mediterráneo.
El cultivo de la vid en Francia es la consecuencia la creación del Imperio Romano al mando de Julio Cesar quien en su lucha contra los galos, consideró la necesidad de fomentar el cultivo de la vid para arraigar la población y para que esta defendiera los lugares conquistados.
En España, la vid nace en tiempos remotos, cuando los fenicios, provenientes del Oriente donde ya se desarrollaba el cultivo de esta planta, ocuparon la zona de Andalucía. Luego se expandió tierra adentro pero el despliegue definitivo se produjo cuando los Reyes Católicos lo convirtieron en un elemento imprescindible de los ritos religiosos.
Italia, en 1870, una vez que logró la constitución definitiva de su unidad, con la mirada puesta en un ambicioso porvenir, se abocó al desarrollo de sus recursos económicos creando inteligentes programas de políticas públicas. Entre las actividades que se desarrollarían, la vitivinicultura obtuvo gran relevancia.
