Los españoles encontraron en Mendoza, las mejores condiciones para cultivar vid, que luego se propagó a todo Cuyo, a través de lo que se denominó el método criollo. Luego de finalizado el vino, el mismo era trasladado a otras ciudades. Tanto fue el crecimiento que en el siglo XVI surgieron las primeras 10 bodegas que en conjunto tenían capacidad para producir 130.000 litros y se calculaban que la superficie plantada era de 20 hectáreas en el siglo XVII.
Como mencionamos anteriormente, hasta el siglo XIX, se utilizó para la producción de vino el método criollo que constaba de una elaboración rudimentaria de carácter doméstico y se ayudaba de herramientas caseras realizadas en cuero. La producción de las bodegas existentes sumada a la producción doméstica, llevaron en el siglo XIX, la capacidad producida a 400.000 litros y 70 ha. de viñedos plantadas.
Rápidamente se comenzó a producir un excedente para venderlo fuera de la región, para lo cual fue necesario consolidar las rutas comerciales que transitaban el producto. El progreso además generó las expansión de la actividad, ya que nuevas bodegas fueron instadas en la provincia pero esta vez con sistemas de producción modernos y avanzados.
Con la independencia de España, se generaron las condiciones para superar los límites que la metropoli había impuesto al desarrollo económico regional. Se creó un nuevo modelo económico y social a partir del cual la industria alcanzó niveles extraordinarios de producción que convirtieron a Mendoza en una potencia mundial, sin embargo al mismo tiempo surgieron diferencias de opinión entorno a la identidad del vino producido por la fuerte influencia europea que lo caracterizaba.
Dos grandes crisis afectaron la industria del vino en Mendoza. La primera con la dictadura de Rosas en 1930 que generó grandes problemas de acumulación de stock y caída de precios, lo cual obligó al gobierno a intervenir a través de la estatización de la bodega Giol y la creación de un organismo técnico que regulara la actividad. En 1970 comenzó la segunda gran crisis que llevo a la ruina a reconocidas bodegas como Arizu, Gargantini y muchas más.
Entre fines de los años ´80 y principios de los ´90, se inició una nueva etapa en la industria vitivinícola de Mendoza. Los antiguos bodegueros- inmigrantes, fueron sustituidos por nuevos empresarios, nacionales y extranjeros. En 2003, veinte grupos invirtieron $ 145.000.000 en Bodegas de Mendoza y en el 2002 Argentina exportó vinos por U$S 150 millones, sin precedentes en la historia nacional.
