Mendoza es conocida como la tierra del buen sol y del buen vino; distinguida por el vino y su cultura.
El origen de la vid en esta región cuenta con casi 500 años; sus comienzos se remontan al mismo momento de la fundación de la Ciudad.
A partir de allí, la actividad vitivinícola se ha ido desarrollando en cambiantes escenarios políticos sociales, económicos y culturales. Conformando de esta manera lo que hoy se denomina la «Cultura del Vino».
El terruño mendocino disfruta de óptimas condiciones para el cultivo de la vid.
Un clima adecuado y el saber de varias generaciones fue propicio para lograr vinos competitivos con los del Viejo Mundo.
Las viñas y las bodegas, en su desarrollo, fueron modificando el uso del suelo y del espacio, creando nuevos ejes poblacionales, valorizando nuevas tierras que dieron origen a lo que hoy es el Gran Mendoza. Siempre en un constante esfuerzo para distribuir el agua y contener al desierto.
Siguiendo las tendencias y desarrollo mundial del sector vitivinícola, Argentina ha marcado desde hace unos años la continuidad de este mismo proceso en el extremo sur de América Latina.
El suceso del vino renació con vigor en el país, por la confluencia de dos fenómenos: una demanda creciente y un cambio en la estrategia de los pioneros en la actividad.
Mendoza, en sus cinco oasis, desarrolló el centro vitivinícola más importante de América Latina, con un 70 por ciento de la superficie cultivada del viñedo nacional. Méritos genuinos para ser distinguida como una de las capitales mundiales del Vino.
En la actualidad el fenómeno del turismo vitivinícola y los denominados “Caminos del Vino”, significan algo más que realizar una visita a la Bodega y participar en la Gran Fiesta de la Vendimia. Consiste en el descubrimiento de la cultura escondida detrás de las tonalidades borravinas que se remontan a tiempos y tierras ancestrales.
Autor: Lic.Laura Suarez