Que una publicación seria como es National Geographic haya elegido a Mendoza entre los mejores cincuenta lugares del mundo para conocer, constituye un aliciente importante pero también una responsabilidad porque hay que seguir trabajando para captar visitantes. El turismo es una de las actividades que más ha crecido en la provincia y se ubica en un lugar preponderante en cuanto a ingreso de divisas. La altísima calificación que una publicación del prestigio y la seriedad de National Geographic le dio a Mendoza como destino turístico, obliga a incrementar las acciones que se desarrollan en la búsqueda de continuar captando turistas hacia nuestra provincia. Mucho es lo que se ha hecho en los últimos años en materia de turismo, lo que ha generado que esa actividad económica se haya convertido en una de las principales fuentes de ingreso, pero también queda mucho por hacer en diferentes ámbitos de acción. Uno de ellos es generar una suficiente cultura turística en el grueso de la población, tal como sucede en otros lugares del mundo y del país, y quizá el ejemplo más acabado se dé con el trato y la consideración que tienen los cordobeses para quienes visitan esa provincia. Hasta no hace mucho tiempo, Mendoza sólo podía brindar a los visitantes sus bellezas naturales espectaculares. El Aconcagua y la montaña eran el centro de atracción y comenzaban incipientes actividades en la Zona Sur, aprovechando los diques y lagos artificiales que allí se han construido. Con el correr del tiempo, y también como consecuencia de la crisis económica y el incremento del valor del dólar, el argentino comenzó a descubrir el interior. La provincia supo captar esa nueva situación y gran parte de la iniciativa surgió del sector privado, especialmente el vitivinícola, que acondicionó bodegas y construyó restaurantes y lugares de alojamiento en los propios establecimientos. A ello se sumó la ampliación de la oferta con la construcción del dique Potrerillos y algunas obras de infraestructura y también una suficiente campaña publicitaria en las principales ciudades del país. Más aún, Mendoza dejó de ser lugar de paso de cordobeses, puntanos o porteños en sus viajes hacia Chile y ahora esos turistas que se dirigen hacia el vecino país, pernoctan y suman estadía en la provincia. Mendoza, que ya había sido incluida entre las ocho principales capitales del mundo en materia vitivinícola, sumó ahora una distinción importante. Fue calificada por la revista Traveler, una publicación de National Geographic, entre los 50 lugares para visitar a nivel mundial y se encuentra entre los tres mejores de Sudamérica. Compartió el premio -entre otros lugares- con Dublín, en Irlanda; Berlín, en Alemania; Florencia, en Italia; el desierto de Gobi, en China y Mongolia; Atenas, en Grecia, o San Petersburgo, en Rusia, y se destaca también entre los tres grandes iconos históricos, como la Sagrada Familia, en Barcelona, o la Biblioteca del Congreso, en Estados Unidos. La buena evaluación de la provincia surgió por el entorno y calidad ecológica, integridad social y cultural, condiciones arqueológicas, apariencia estética, calidad de la gestión de turismo y apuesta al futuro, como sucediera en su momento con otros destinos, como Japón, Bélgica o Francia. A los integrantes del jurado les impactó la combinación de las montañas con los viñedos, los espacios verdes, los ríos y las actividades culturales y gastronómicas. Tal como lo señala la información publicada por Los Andes, no es la primera vez que Mendoza ocupa un lugar de privilegio junto a otras reconocidas ciudades internacionales, y el dato se potencia si se tiene en cuenta que es el único lugar elegido de la Argentina -aún a pesar de que nuestro país cuenta con una de las maravillas naturales del mundo, como las Cataratas del Iguazú- y uno de los cuatro de América Latina, en un espacio que comparte con la isla de Pascua, en Chile, con el parque nacional Madidi, de Bolivia; con Kuelap, en Perú, y con las islas Georgias del Sur. Si bien es una distinción que genera orgullo a los mendocinos, también constituye una responsabilidad con miras al futuro. Mendoza debe continuar con su tarea de incentivo a la actividad turística, en la que deben trabajar en forma mancomunada tanto la actividad oficial como la privada.
En el primero de los casos, generando la suficiente infraestructura -hay tareas pendientes como la pavimentación de los caminos del vino o mejorar los servicios en alta montaña- y en lo que hace a la actividad privada generando la necesaria conciencia en la gente, de modo tal que el turista que visita Mendoza se vaya con ganas de volver.