Domingo 7:40. En el ACA, punto de reunión que mes a mes nos ve partir rumbo a la montaña, Héctor toma un café bien cargado. Así comenzó el domingo. Minutos más tarde empezaron a llegar los senderistas, que en cada salida dejan de lado el cansancio y la posibilidad de dormir un poco más y arrancan para la montaña. En esta ocasión nuestro objetivo fue recorrer la Quebrada de La Manga, en la localidad de El Salto, Potrerillos, tal vez una de las caminatas más tradicionales entre los caminantes de Mendoza, llegar hasta la cascada de El Salto. Durante algún tiempo estuvo cerrado al paso, pero hoy en día la gestión no lleva más de 5 minutos, y con el permiso correspondiente nos dimos la posibilidad de recorrer y disfrutar de un lugar fascinante. Alrededor de 20 senderistas del CAM ubicados en la puerta del campo, con las mochilas puestas, listos para empezar a caminar. Algunas caras nuevas se unieron esta vez, unos con gran entusiasmo y otros con la incertidumbre de llegar a completar el recorrido, pero todos con las mismas ganas de participar de la aventura. El día nos recibió con un sol que sólo nos dio calor durante un par de horas. Luego el cielo se cubrió de nubes y por momentos el viento nos obligó a abrigarnos un poco, recordándonos que en la montaña hay que esperar de todo si a clima nos referimos. El sendero estuvo muy claro en esta oportunidad, no invadido por rosas mosquetas que en otras oportunidades dificultaron mucho el paso. Al cabo de poco más de media hora llegamos a la hermosa vega que tiene esta quebrada, donde fue obligada una primera parada. Luego de cruzar el arroyo y seguir transitando, el clima comenzó a cambiar y el viento corrió las nubes que ya no dejaron ver más el sol. Nuevamente nos dispusimos a cruzar el arroyo, no sin hacer una segunda parada que, más distendida, nos permitió conocernos más y disfrutar del hermoso lugar. Dejamos el arroyo atrás y comenzamos el ascenso hacia las laderas de los cerros en busca de la boca de la quebrada que lleva al salto de agua. A lo lejos pudimos ver un pequeño punto amarillo cerca de nuestro objetivo, una carpa de un grupo de chicos que pernoctaron en el sitio. Este último tramo fue tal vez el más duro del sendero ya que ganamos más altura, lo que fue rápidamente recompensado con la parada final que nos ofreció la más hermosa vista de la cascada. Mates, picadas, empanadas, los clásicos sándwiches, fueron parte del almuerzo. Las fotos no faltaron, y un grupo se animó a llegar a una ladera en busca de una distinta vista panorámica de la zona. Apuramos el regreso y alrededor de las 15.30 dejamos el salto de agua atrás para recorrer nuevamente la quebrada y volver a los autos. Ya más distendidos y de bajada las charlas fueron constantes, compartiendo las experiencias. Cerca de las 18 llegamos nuevamente a la entrada del campo, donde habían quedado los vehículos. Elongación mediante, la foto final y los abrazos de despedida dieron cierre a un día más compartido con gente querida. Texto: Javier Robello, Coordinador Senderismo CAM