Mendoza es sinónimo de rafting. La provincia, principalmente en su río homónimo, ofrece a turistas y aventureros un servicio de excelencia en una actividad que combina adrenalina y belleza y requiere de un nivel de participación importante en quien se anima a practicarlo. El río Mendoza, por su caudal y por el desnivel que recorre principalmente entre Uspallata y Potrerillos, es el cauce perfecto para adentrarse con las balsas y está considerado como el mejor sitio en todo el país para su práctica. En una clasificación que va de 1 a 6 en forma creciente por dificultad, está catalogado como de 3; 4 y hasta 5 grados, según el sector, es decir lo suficientemente rápido para asegurar la diversión, pero sin que esto conlleve peligro alguno. La experiencia de una bajada por el río Mendoza comienza en la previa con la charla técnica y de seguridad que brindan los guías (verdaderos expertos profesionales) antes de ir al agua. Explican allí, además de las básicas medidas de seguridad, cuál será la función de cada tripulante y los códigos de comandos. Por lo general se trata de embarcaciones de 14 ó 16 pies con capacidad para 6 personas más el guía. El piso es inflable y son auto evacuantes de agua. Las empresas proveen a los paseantes del equipo necesario: chalecos salvavidas, trajes de neoprene, chaquetas impermeables, botitas de neoprene y casco. Las excursiones habituales parten desde distintas zonas como la denominada Gutiérrez y Belinski, desde Guido, cerro Negro o el mismísimo valle de Uspallata, y concluyen en el sector del puente de hierro del ferrocarril próximo al dique Potrerillos. El tiempo va desde la hora y media hasta el full day, con picnic y comida incluidos. Como queda dicho, Poterillos es destino de rafting número 1 en la Argentina, por su desarrollo comercial, por las características de caudal y desnivel del río Mendoza, por la antigüedad que lleva la actividad en la zona y por la calidad del servicio de los distintos prestadores. Ya desde mediados de noviembre comienza en la zona a verse el paso incesante de las combis con turistas y la bajada de las coloridas balsas, y a oírse el inconfundible júbilo de los navegantes, en clara demostración de la satisfacción y diversión incomparables que ofrece la aventura del rafting en Mendoza. Absolutamente imperdible.
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