Los países del Grupo Mundial del Vino designaron a Mendoza como sede de la próxima reunión cumbre. Una decisión importante para la provincia y para nuestra principal industria, en razón de que se tratarán temas fundamentales para el sector. La decisión de designar a la Argentina en la presidencia pro-témpore del Grupo Mundial de Comercio del Vino y la determinación de designar a Mendoza como sede de la reunión anual del sector, no hace más que ratificar la importancia que ha alcanzado nuestra principal industria en el consenso internacional. Esa reunión cumbre es más que importante en razón de que en el temario a considerar figuran puntos que hacen a la vitivinicultura argentina y que en su momento generaron inconvenientes para el ingreso de los vinos del país en algunos países europeos. El denominado Grupo Mundial de Comercio del Vino tiene su historia. Hasta no hace mucho tiempo -no más de dos décadas atrás- los países del denominado «Viejo» Mundo Vitivinícola eran quienes tenían el manejo del máximo organismo mundial del vino: la Organización Internacional del Vino (OIV). Ellos eran quienes establecían las pautas que debían respetar los países productores y hacían hincapié esencialmente en las Denominaciones de Origen de los vinos, a sabiendas de que sus países (Francia, España, Italia, etc.) contaban con zonas ya reconocidas mundialmente. Con el ingreso de otros países en los mercados internacionales se produjo un cambio sustancial. Estados Unidos, Chile, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Sudáfrica y la Argentina (que tenía tradición vitivinícola pero no inserción en otros países) comenzaron a priorizar los varietales por sobre las denominaciones de origen. Ese Nuevo Mundo vitivinícola comenzó a generar problemas porque significaba una competencia más que importante a los países tradicionales y es allí cuando comenzaron a surgir algunas trabas para-arancelarias, especialmente para el ingreso a Europa. Sin dejar de lado la OIV, los países del Nuevo Mundo decidieron unirse para trabajar en conjunto sobre diversos aspectos a los efectos de evitar sorpresas. Más aún, el Grupo Mundial de Comercio del Vino está integrado por el sector privado, encargado de estudiar los problemas y elevarlos para las decisiones de los representantes del sector público. En ese marco, realizan análisis sobre las normativas que pueda establecer la Unión Europea y que pueda constituir un obstáculo para el comercio internacional; discuten las nuevas normas de etiquetado y también los criterios para establecer un método de determinación y nivel de detección de piramicina, un tema muy cercano a nuestra industria, que vivió una situación conflictiva con el mercado alemán hace algunos meses. Mendoza debe aprovechar la oportunidad de ser la sede de esa máxima reunión. Más aún cuando se ha invitado a participar de la misma a los países integrantes del Mercosur (entre quienes se encuentra Brasil) y a representantes de China, Japón, Hong Kong, que se han convertido en potenciales mercados importantes para el futuro y en los que los países tradicionales también han puesto la mira. No se trata, entonces, de enfrentar ni dividir a la OIV, a quienes todos respetan, sino de establecer condiciones de igualdad y de evitar decisiones que puedan entorpecer el ingreso de nuestros vinos en los mercados consumidores. La Argentina debe defender los espacios ganados y fortalecer las posibilidades futuras, aprovechando que los problemas son comunes a los países de reciente ingreso en el mercado vitivinícola mundial.