TMX, una de las empresas más prestigiosas de Argentina especializada en organización de eventos deportivos en todo el pía, presenta desde el año 2008 esta increíble propuesta que consta de una carrera de tres días consecutivos de running por los lugares más imponentes de la Cordillera de los Andes; que recorre senderos inimaginables entre Argentina y Chile, como sólo El Origen lo puede hacer.
La base de la organización se encuentra en Portillo, donde, además del tradicional campamento, se ofrecen múltiples opciones de alojamiento que permiten crear el clásico espíritu de camaradería de El Origen, ya que los participantes no solo disfrutan de una carrera fraternal, que reúne a más de 600 corredores, entre ellos muchos brasileños y chilenos como también mexicanos, venezolanos y uruguayos, ávidos de conocer esta parte de la Cordillera de los Andes con clima, terreno y paisajes completamente diferentes a los acostumbrados; sino también un lugar de encuentro, de charlas, de compartir momentos y experiencias con otros corredores, que se dan desde la largada hasta el final, creando lazos de esos que -al nacer en plena montaña- no se disuelven con el tiempo.
La zona de Portillo está ubicada a dos horas de Santiago de Chile y apenas a 6 kilómetros del Paso de los Libertadores, la frontera con Argentina. Se trata del primer centro de ski de América del Sur, con un resort de montaña instalado en la región de Valparaíso, a 2.680 metros sobre el nivel del mar, a los pies del Cerro Aconcagua, el más alto de Sudamérica, con 6962 metros sobre el nivel del mar, el cual es testigo del paso de los participantes, que visitarán cada uno de los lugares más icónicos de la zona.
La carrera se compone por tres distancias y dos modalidades: 100 y 50K , parejas o individual. Sin embargo, en las última ediciones, los organizadores incluyeron la distancia EO30, ideal para aquellos que están iniciándose en este tipo de carreras, probando distancias y altimetrías menos ásperas, en una zona en la que se encontrarán con un terreno más bien árido, pedregoso, atravesando ríos, valles, filos, mallines, senderos de mulas, puentes y las vías de ferrocarril.
El circuito inicia el primer día con la pared norte hacia el frente, para visitar durante la jornada inicial el Parque Aconcagua, el Puente El Durazno en la zona de Horcones, el Puente del Inca, la Quebrada de Vargas, el cementerio de los Andinistas, el Refugio Grajales, el Cerro Penitentes para alcanzar los 3.650 msnm pasando el kilómetro 20 de un día de casi 37k.
El día siguiente, se inicia la etapa 2 en Las Cuevas, del lado argentino, recorriendo un sendero que será un atajo a los famosos caracoles que conforman la ruta fronteriza. Por un filo se llega al Cristo Redentor, alcanzando la altura máxima de 4.006 msnm aproximadamente en el kilómetro 5; para de allí llegar hasta el portezuelo del Bermejo donde conectarán con las vías del ferrocarril, aquel que unía Los Andes con Mendoza y dejó de funcionar definitivamente en 1984. Esa obra de infraestructura que cruza por entre medio de las montañas es utilizada como ruta para los corredores. Antes de arribar a la meta, los competidores se desvían hasta el Refugio Plateau por un camino de curvas y contracurvas.
El tercer día también tiene lugares espectaculares para descubrir. Largando desde la vieja estación del tren, por donde se tomará un camino siempre de un lado y del otro del Río Juncal, hasta la llegada al Parque Andino Juncal y su refugio, un área protegida privada compuesta por glaciares, humedales, esteros y una gran variedad de flora y fauna muy particular, declarado en 2010 como sitio Ramsar, el primero y único en los Andes Centrales, por la conservación de la biodiversidad de su humedal. Tras el paso del refugio Mil estrellas, una ruina de piedra sin cubierta desde donde pueden apreciar los cerros del Glaciar Juncal, se comienza el regreso, para cerrar esta travesía de tres días y mil paisajes que serán difíciles de olvidar.
Correr con el cerro Aconcagua de frente o de espaldas, llegar al hito fronterizo Cristo Redentor a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar, ver desde arriba la Laguna del Inca y descender hasta ella con ese azul casi turquesa como reflejo, el Puente del Inca, pisar los túneles del viejo Tren Trasandino, recorrer senderos que parecen ser la Luna, llegar al Parque Andino Juncal, un ascenso brusco, un precipicio, un puente colgante, un arroyo, un poco de piedra, un poco de tierra, algo de pasto, el sol acompañado siempre…Sonreir. Mirar el cielo y sonreír. Señalarlo. Llorar. Gritar. Reír a carcajadas. Besar el suelo. Parar. Todo está permitido. Porque al llegar allí, al lugar más alto, ahí donde el paisaje no puede ser mejor, con las emociones a flor de piel, cuando el cansancio se desvanece y solo queda uno con el mundo, todo vale. Ahí, en ese lugar, es donde el esfuerzo queda justificado. El lugar donde la pregunta “¿quién me mandó a estar acá?” tiene respuesta. Miles de emociones casi imposible de explicar con palabras pero que merecen la pena ser vividas.
Lugar: Centro de ski El Portillo – Parque Aconcagua