En Mendoza la tierra y el clima motivaron a los conquistadores españoles a cultivar las primeras vides, abriendo el camino para la introducción de las primeras cepas de vid. Esta se propagó por Cuyo, hasta consolidarse en los siglos XVII y XVIII. Fue la etapa de la vitivinicultura Criolla, con centro principal en Mendoza y mercados de consumo en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, entre otros. Pesadas carreteras, o bien tropas de mulas conducidas por los arrieros se ocupaban de trasladar el vino en odres de cuero ó botijas de cerámica protegidas con totora. De está forma se atravesaban los mil kilómetros de camino entre Cuyo y el Litoral para trasladar el vino.
Este comercio se realizaba entre dos unidades políticas: Mendoza era la capital de la Provincia de Cuyo del Reino de Chile, y sus productos salían de allí para abastecer a la Gobernación de Buenos Aires, que dependía directamente del Virreinato del Perú.
Entre las últimas décadas del siglo XVI y las primeras del XVII surgieron en Mendoza las primeras bodegas y viñedos. Algunas alcanzaron dimensiones realmente importantes para la época.
Los viñedos y bodegas de Alonso de Reinoso (siglo XVI), Alonso de Videla, Juan Amaro y Antonio Moyano Cornejo ( siglo XVII).
La presencia de estas bodegas en Mendoza es realmente notable para la época. Los vecinos de esta pequeña aldea poseían un establecimiento con capacidad para elaborar y conservar 5.000 litros en el siglo XVI; posteriormente, en la primer mitad del sigloXVII, se levantaron por lo menos tres bodegas que, en conjunto, tenían una capacidad para más de 130.000 litros de vino.
En Cuanto a los viñedos, se estima que el total de superficie cultivada en el siglo XVII llegaría a unas 20 hectáreas.