FLORA
Flora autóctona: En las afueras de la ciudad de Mendoza se encuentran ejemplares de flora autóctona adaptadas a las condiciones áridas, tales como: jarillas (Larrea divaricada, Larrea cuneifolia), jarillila (Gochnatia glutinosa), algarrobo dulce (Prosopis flexuosa) y tomillo (Acantholippia seriphioides)
Flora introducida por el hombre: La ciudad bosque
Dentro del territorio de la ciudad propiamente dicha, las especies nativas escasean; en cambio predominan arbustos y forestales plantados ex profeso. De este modo y en contraste con el árido desierto que la rodea, la ciudad de Mendoza se destaca por la riqueza de su arbolado público. Entre las especies forestales más difundidas en Mendoza, pueden mencionarse el álamo, el plátano, la morera, el paraíso, el olmo, el fresno, el tilo, la acacia, etc. Sin contar los ejemplares que viven en el Parque San Martín, se calcula el arbolado público de Mendoza capital en 50.000 árboles aproximadamente.
FAUNA
Aves urbanas: Lo más llamativo de la fauna capitalina son las especies de aves que han aprendido a vivir en un ambiente de ciudad. Chingolos, pititorras, golondrinas, benteveos, torcazas y colibríes son algunas de las especies atraídas por los espacios verdes de la ciudad. Las palomas manchadas y los gorriones (una especie de origen europeo) son muy exitosos y pululan por toda la ciudad, inclusive entre los edificios.
Otras especies: En los tramos sombríos y húmedos de las acequias o de determinados espacios verdes, es posible encontrar distintas especies de batracios. También son comunes los crustáceos como el “bicho bolita” e insectos afectos a la ciudad.
HIDROGRAFÍA
No hay ríos, arroyos ni otros cursos de agua permanentes dentro del territorio de la Capital. No obstante, hay cauces “secos”, cursos superficiales temporarios o “uadis” que se llenan en caso de lluvias torrenciales en la Precordillera y el piedemonte, como suele ocurrir en época estival. En estas ocasiones, el caudal sorprende por su violencia y a veces se puede salir de control, provocando aluviones que afectan a la ciudad y alrededores.
Riego artificial:
La derivación del caudal de los ríos mendocinos por medio de canales, zanjones y acequias data de épocas prehispánicas y es el eje de desarrollo de la ciudad de Mendoza. Los españoles aprovecharon el tramado de riego ya existente y lo adaptaron a sus necesidades por medio de técnicas árabes y latinas de control hídrico. Es notable el hecho de que zanjones y acequias fueron construidos aprovechando la orografía del lugar (fallas, pendientes, cauces aluviales, etc).
Sobre esas bases, los colonos crearon un sistema de acequias e hijuelas rectas, adaptadas a la cuadricula de la ciudad. De este modo, se abastecía a la misma de agua para riego y consumo (aunque esto último incrementaba el riesgo de epidemias). El mal uso de las acequias y su falta de higiene hizo que fueran detestadas por algunos sectores en el siglo XIX, pero poco a poco su uso se restringió al riego del arbolado público, gracias a la instalación de cloacas, alcantarillas y redes de agua potable.
Actualmente, la acequia es un elemento muy querido del paisaje mendocino.