Italia, en 1870, una vez que logró la constitución definitiva de su unidad, después de un cúmulo incesante de viscitudes y con la mirada puesta en un ambicioso porvenir, se abocó al desarrollo de sus recursos económicos, principalmente los agrícolas, mostrando un marcado interés por la vitivinicultura que era una de sus ramas más importantes. Había obstáculos que paralizaban su desarrollo como fue la falta de capitales y la insuficiencia de instrucción técnica en los productores, todavía muy empíricos y rutinarios.
La producción estaba lejos de ser uniforme en calidad; en el sur de la península y en Sicilia se producían vinos de coupage y vinos licorosos como el Marsala, el Zucco y el Lacryma Christi; en la Italia central y el Valle del Po, vinos de mesa y vinos de lujo cuyo renombre había traspasado sus fronteras como el Chianti, al Asti y el Barbera y otros. Por lo tanto, el fortalecimiento del mercado externo debía organizarse junto con la construcción de la joven nación. Fue entonces cuando se desarrollaron inteligentes programas de políticas públicas para ordenar y desarrollar estos temas.
Alrededor de 1850 apareció en el Piemonte y la Liguria la epidemia del oidio; a finales de los 70 lo hizo la filoxera en Lecce, en Milano y en Sicilia; este flagelo comenzó a avanzar con su ciclo destructivo desde los dos extremos de la península. Al mismo tiempo, por primera vez en Italia, se veía la peronóspera. Estos tres parásitos produjeron efectos desastrosos en un lapso de treinta años más de 600.000 has de viñedos (2).
Frente a estas circunstancias, las cámaras de comercio provinciales propusieron una seria de iniciativas respondiendo a las exigencias del momento. La más importante fue la creación de estación experimentales que ayudarán a trabajar científicamente los viñedos para lograr así una evolución trascendente en la vitivinicultura.
El reino de Italia, a través de su Ministerio de Agricultura, se comprometió a desarrollar una política inteligente e integral de apoyo y crecimiento de esta actividad. Para lograrlo comenzaron a seleccionar sus propias cepas y a introducir algunas nuevas de Francia y Alemania que mejoraran la calidad de los viñedos. También se comenzó a trabajar sobre el pie americano para combatir los estragos de la filoxera. Era necesario curar las tierras y avanzar, aplicando los progresos de la ciencia que favorecieran la evolución de la agricultura como un medo no sólo de desarrollo económico del país sino también como una manera de lograr la evolución de las actividades individuales .
Se implantaron colecciones de vides en diversos lugares del territorio y tomó gran importancia el estudio de la ampelografía. La contribución de los italianos en este tema fue muy importante.
La primera Escuela enológica de Italia fue la de Conegliano, fundada en 1876 en la provincia de Treviso.
Fueron posteriores Avellino, en la provincia homónima; Alba, en la provincia de Cuneo; Catania, en Sicilia y Cagliari, en Sardegna. Asimismo, pensando en controlar las enfermedades de la vid, fueron fundadas las ¨Reales Estaciones de Patología Vegetal¨ de Pavia y Roma. Este programa fue apoyado por bodegas experimentales estatales a lo largo y ancho de la península, que indicaban las modificaciones que debían aportar a los sistemas de elaboración y conservación del vino basados en pruebas de hecho.
También se organizaron Cátedras Ambulantes por iniciativa de distritos locales y provinciales y Reales Cátedras Ambulantes y Especiales para la vitivinicultura.
Se organizaron además exposiciones de vinos en Suiza, Bélgica, Alemania y Argentina.
En esta primera etapa, aparecieron dos iniciativas importantes: las sociedades enológicas y posteriormente las bodegas sociales. Por lo tanto, capital y estado comenzaron a transitar un camino conjunto.
La producción enológica italiana aumentó considerablemente como así también la calidad de los vinos y de los cepajes.
Fue así como con estas políticas, con legislaciones muy progresistas y liberales y también con nuevas escuelas que favorecieron la instrucción, e instituciones públicas y privadas dedicadas al tema, en cuarenta años la industria vitivinícola y enológica italiana se modificó y pasó a ser un faro de conocimiento y especialización, en el que abrevaron tanto los pueblos nuevos como otros del viejo continente.
En 1915, malos vientos se ciernen sobre Europa: Había comenzado una nueva guerra de alcances imprevisibles. En mayo de ese año, Italia a alía a las potencias centrales para contribuir en la lucha contra el predominio germánico, pensando además en completar la obra de la unidad italiana liberándose del yugo austriaco.
Por algunos años faltó la producción de uva para las prácticas enológicas dificultándose la vinificación.
Mendoza y su inmigración italiana
La llegada de los inmigrantes se vio favorecida por políticas tendientes a proteger la industria vitivinícola.
La planificación del país necesitaba pobladores, educadores y desarrollo. Durante el Gobierno de Rufino Ortega (1870 – 1873) se promulgó una ley que establecía el pago a un agente que dirigiera la inmigración en Buenos Aires, ¨… de la suma de un peso por cada inmigrante con destino a Mendoza¨.
Así comenzó, a lo largo de estos siglos la presencia de los italianos en Mendoza, donde ¨… participaron en el desarrollo de la industria vitivinícola de manera efectiva, mediante la construcción de grandes bodegas, más que otros extranjeros y que los criollos mismos, una vez transcurrido el período inicial¨. ¨ A la importación de cepajes que los italianos realizaron por iniciativa propia, debe sumarse la introducción de técnicas y material enológico empleados en la vinificación y la difusión del vocabulario de laboratorio originario de la península, especialmente por la influencia de la escuela enológica italiana.
También en los cultivos aparece la huella italiana. Un nuevo tipo de viñedo comienza en Cuyo. Es el famoso parral veneciano conocido en Argentina, como parral Pini.
A principios del siglo XX, el enólogo Egisto Pini comienza su implantación en Mendoza, de allí su nombre. Este sistema de larga data en Italia, fue creado en 1882 por los hermanos Bellussi, del poblado de Tezze, cercano a Conegliano.
Las cepas de esa zona estaban apoyadas en las ramas de los árboles, cuyas copas proyectaban sombra sobre las vides y facilitaban los ataques de peronóspera.
En cuanto a la influencia de la tecnología originaria del Veneto que llega a Mendoza, quizás lo más emblemático es la moledora despalilladora ¨Garolla¨. Esta fue una invención de Giuseppe Garolla, en 1877. Esta revolucionaria máquina se dio a conocer en la ¨ Primera Muestra Tecnológica de Conegliano´, en 1881 y fue incorporada en muchas de las grandes Bodegas mendocinas.
Datos extraídos : IL VINO SI FA COSI , de Julieta Gargiulo – Agustín Borzi.