Antiguamente sólo se la utilizaba para vinos comunes. Hoy es el varietal con el que se elaboran vinos Premium y Super Premium que se exportan a 90 dólares la caja.
«Elástica». Con esta palabra definen los winemakers a la Bonarda, una variedad tinta que antiguamente se utilizaba sólo para vinos comunes, pero que a través de bajos rindes en viñedo y modernas prácticas enológicas, se ha convertido en un varietal muy preciado para vinos Premium e incluso, para productos que soportan una guarda de hasta 7 años.
De hecho, el 2008 podría recordarse como el año del «redescubrimiento» de la Bonarda, ya que las exportaciones de vinos elaborados con este varietal, crecieron exponencialmente.
Según datos de MRT (www.mrt.com.ar), «mensualmente los volúmenes exportados oscilaban entre 5000 a 6000 cajas, pero setiembre rompió esta barrera con un volumen que supera las 8000 cajas de Bonarda, mientras que octubre afianza la tendencia alcanzando un pico de más de 18000 cajas exportadas».
Si bien aún está muy lejos de Malbec, la Bonarda argentina está teniendo buena aceptación en consumidores de Estados Unidos, Brasil, Noruega, Canadá, Finlandia y Reino Unido, los primeros seis destinos para este varietal. El punto de inflexión Algunas marcas constituyen los casos más exitosos. La bodega que marcó el punto de inflexión y elaboró un vino Super Premium a base de Bonarda, fue Nieto Senetiner.
Roberto González, chief winemaker de la firma, admite que la bodega estuvo entre las primeras en descubrir las bondades de esta uva en 2001, con vinos exclusivos para el mercado inglés.
«La Bonarda es una uva muy semejante al Malbec, con una particularidad que la identifica, la poca concentración de taninos. Además, no llega a altos grados de alcohol como un Malbec, los vinos Bonarda están en torno a los 13 grados».
El enólogo evaluó que la aceptación del Bonarda en los consumidores de Brasil, pero también de Estados Unidos, viene dada por la inmigración italiana. «De hecho en Italia hay Bonarda, pero existe una discusión acerca de si es la verdadera Bonarda o no», cuenta González y deshilvana la primera anécdota en torno a la Bonarda, que cosechamos hablando con los enólogos.
Nieto Senetiner elabora un Super Premium, el Bonarda Partida limitada, cosecha tardía de la línea Don Nicanor y Nieto Senetiner Bonarda.
«Este vino se vende bien en mercado interno, pero viene a la cola de todos los varietales tradicionales en Argentina, aunque supera al Merlot. En exportaciones todavía está detrás del Cabernet y el Syrah, pero con el tiempo empezará a escalar posiciones», vaticina González. La más vendida En el ranking de exportaciones de Bonarda Premium, con 22% en facturación FOB se encuentra la marca Colonia Las Liebres, de la firma Altos Las Hormigas.
Carlos Vázquez, director de la empresa fundada por el famoso «flying winemaker» italiano Alberto Antonini, explica que el Bonarda es un vino sin madera, que se elabora a base a un «blend de uvas» de zonas como El Mirador, Agrelo, Tupungato, Ugarteche y Campamentos. A partir del año que viene tendrán producción propia en Colonia Los Amigos, en Luján.
Vázquez detalló que en 2003 empezaron a elaborar Bonarda de alta gama, un vino con el que obtuvieron 92 puntos en Wine Spirit. «Son pocas cajas, unas 17.000, con un precio retail de u$s 10. Creo que tuvimos éxito porque el mundo ya nos conocía desde 1997 con el Malbec», opina.
a menor aceptación que tiene en mercado interno Vázquez dice que «la gente tiene la idea de que es para vinos comunes, pero la realidad es que es muy elástica».
Acorde a la historia que relata, la Bonarda llegó a Argentina, al parecer, como impureza de la Barbera de Asti, por eso aquí se la conoce como Barbera Bonarda. Genéticamente francesa El Grupo Peñaflor con sus marcas Fincas Privadas (Andean Vineyards), Las Moras (Las Moras) y Broquel de Trapiche, está primera con el 25% del share FOB.
Daniel Pi, chief winemaker del Grupo, explica que «las exportaciones de Bonarda empezaron hace unos cinco años, anteriormente poca gente entendía que la Bonarda era una buena variedad. Cuando se la trata bien, como se trata al Malbec, logrando una madurez adecuada, con una buena vinificación, da vinos con taninos suaves, con mucho aroma a frutilla y fresa.
Esta es una variedad cuyo punto óptimo de madurez está al fin de la temporada, con 13,5 grados».
Especialista a la hora de hablar de varietales, Pi afirma que la Bonarda argentina no es igual que la italiana. «De acuerdo a investigaciones hechas en la UNCuyo y mediante un análisis de ADN, se supo que el Corbeau, que en Italia se conoce como Charbonno, es genéticamente igual a la Bonarda argentina».
Señala además que la uva argentina, a diferencia de la europea, llega a buen punto de madurez. «Cuando arriba el otoño allá hay mucho rocío, y se pudre, hay que cosecharla más temprano, con baja graduación alcohólica, y no da la misma concentración que da en Argentina», explica.
Si bien admite que la Bonarda es la madre de nuestros vinos comunes, subraya que «es una variedad muy elástica, incluso en parrales con muchos kilos por hectárea, da mucho color y vinos fáciles de tomar. Pero cuando se bajan los rindes incluso en zonas cálidas, da vinos concentrados que pueden venderse a precios más altos». Autor: Gabriela Malizia. Area del Vino, Editec SRL