Eso de ser uno de los destinos turísticos dilectos de extranjeros y también de los viajeros nacionales, nos deja al alcance de la mano la posibilidad de disfrutar de los encantos de por acá, y no sólo los naturales. Una movida nocturna, más variopinta cada vez, está allí, a la vuelta de la esquina. Almacén de Tango, recientemente inaugurado, es uno de esos sitios que nacieron con el espíritu de cautivar turistas pero que han impactado en el público vernáculo. Es así que en el poco tiempo que ha transcurrido desde su apertura, 85% de los espectadores han sido mendocinos. Uno más de esos tantos que han pasado por Mendoza azarosamente y han quedado prendados con el magnetismo de esta tierra, es su mentor, que vino desde otras latitudes. Las fiestas de la vendimia pletórica de turistas y la peatonal que semeja una Babel moderna por el carácter políglota de las conversaciones en cualquier época de año, fueron los indicadores de que éste era el lugar apropiado. El vino y el tango, la inspiración. Único en el género Un teatro donde se come, así define la propuesta Gustavo Flores, anfitrión del almacén. Ése es el concepto del sitio ambientado con aires milongueros en el centro de la ciudad. Desde la entrada se percibe la invitación a palpar el sentir arrabalero; un mimo con las pilchas de los tangueros del 900 es el que recibe a la concurrencia. Ya en el interior, los mozos también visten prendas reminiscentes y calzan sombreros cual compadritos de antaño. Antes de deleitar otros sentidos, la cena halaga los paladares. En la cocina está la cultura; esta idea es la que pretenden que se refleje en la propuesta culinaria. Una tabla de fiambres y ahumados regionales, en la que coprotagonizan quesillos de Salta y salame de Colonia Caroya, es la que abre el juego. Le sigue un set de empanadas de carne fritas y al horno. Como plato de fondo hace su aparición una carbonada muy cuidada, que es la especialidad de la casa. El cierre está dado por una selección de dulces de la zona. Alcayotas, higos, batatas, por mencionar sólo algunos, con helado y panqueques flambeados. Para acompañar estas delicias, la carta, bien a la mendocina, emborracha con una amplia gama de etiquetas para que el comensal escoja según su preferencia. Tras la demanda Uno de las causas que actuó como leit motiv en el desarrollo de este proyecto fue la falta de un espectáculo de tango que se presentara todos los días en Mendoza. Los turistas suelen permanecer entre tres y cuatro noches en la provincia y con esta propuesta pueden ver el espectáculo cualquier día de la semana. El maridaje -o matrimonio, como se prefiera- que conforman el tango y el vino, está disponible todas las noches para todo aquél que se anime a beber esa copa. Sin telón En un escenario que no se esconde tras el lienzo por las características de este teatro en el que el sentido del gusto también se atiende, el show deslumbra. Es un espectáculo que homenajea al vino como bebida generosa que ha sabido abrirse paso en el mundo. El tango es la cadencia que endulza y/o entristece los oídos con sus letras, compañera de la vida, compañera de la performance. Resulta que allá por el 1900 apenas el 2% de la tierra mendocina estaba destinada al cultivo de la vid. También por esos días, el tango era una música prostibularia, marginal. Estigmatizados y periféricos, el tango -tan argentino- y el vino -tan mendocino-, supieron abrirse camino hasta llegar a las mejores mesas y las más conspicuas salas del mundo. Estos son algunos de los datos que tuvo que averiguar Osvaldo Boscacci, el guionista, antes de escribir la obra. Me llevó mucho tiempo y varios viajes, quería hablar con los hacedores de la Fiesta de la Vendimia, cuenta. Para emocionarse Apelando a un concepto multimedia, el espectáculo recorre más de una centuria en su relato y cuenta la historia de la noble bebida desde el tiempo en que los inmigrantes llegaron a estas tierras. Bailarines, cantantes, pantallas gigantes y luces, contribuyen a crear un efecto de sentido. El que no conoce aprende y el que sabe disfruta, dicen los hacedores de la original propuesta. «Los invito a beber conmigo», canta una estrofa de Destilos, tango que da inicio a la puesta en escena, que durante una hora y media casi hace vibrar al público. Una seguidilla de melodías del arrabal que fueron escogidas a propósito y después de mucha reflexión, se encadenan con los relatos en off y los movimientos de los bailarines con el fin de contar -y cantar- una historia. Es verdad que la interpretación de las obras es algo personal, pero hay algunos momentos en los que las pieles de los espectadores se crispan. Por ejemplo, cuando se recuerdan los desastres ocasionados por la guerra mundial y al compás de los acordes de «Uno», en la búsqueda de esperanzas, cuesta no emocionarse. O mientras se escucha con los oídos y el alma los lamentos de los inmigrantes en «Canzoneta». El concepto tanguero de este show interactivo también depara sorpresas que no se relatan en este artículo para que sea usted quien las descubra. Renombrados Luis Cella, ex productor del programa de Susana Giménez, es el productor general y el mentor de este espacio en torno al tango y al vino. Fue él quien ideó el proyecto y convocó a Osvaldo Boscacci, quien en ese momento trabajaba en Miami, para realizar el guión. Los que llevan adelante este emprendimiento son gente reconocida y con años de trayectoria, lo que se refleja en la calidad del espectáculo. Por supuesto que los mendocinos también son una pieza clave. Héctor Moreno, director de la última Fiesta de la Vendimia es parte del staff.
Fuente: Diario Los Andes de Mendoza